sábado, marzo 29, 2008

Quid pro quo

Martín caminó por los pasillos del sótano de una universidad norteamericana. La mayor parte de esos recovecos está en penumbras y sólo unas anacrónicas bombitas incandescentes de  40 watts evitan que el suelo desaparezca.
Finalmente girando a la derecha, vio que al fondo del corredor una luz mas intensa emergía. A medida que se acercaba a la celda de cristal pudo escuchar con mas claridad La cabalgata de las Valkirias.
Tomó la silla de plástico importada de China y la acercó al vidrio blindado.
-No sé que hacer con el agro.
El prisionero sin dejar de darle la espalda se levantó de su silla y comenzó alzar los brazos dirigiendo la orquesta que ejecutaba  los acordes favoritos de Hitler.
-Necesito ayuda -insistió Martín.
-¿Qué quiere de mí joven? ¿No vé que estoy preso, al cuidado de la institucion? - contestó el prisionero.
-Tengo un lock out de los productores de campo.
-¿Intentó alguna medida progresiva?
-Precisamente.
-Lo imaginé.
-Necesito consejo - intento nuevamente Martín.
-Pero yo quiero algo a cambio -le respondió aún sin voltearse.
-No tengo las atribuciones...
La púa se levantó del disco de vinilo y el calvo prisionero se acercó lentamente sin alzar la vista, como escondiendo su rostro.
-¡Quiero tenerlas yo! -gritó Domingo salpicando con saliva la cara interna del cristal.


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