Estos
días ando un poco complicado con diversos problemas, entre ellos, el
dinero. Seguramente, los solucionaré, sin embargo, mi patológica
imaginación me hizo soñar con mis zapatos rompiendose.
Y es que a mí la adquisición de
vestimenta y calzado me cuesta porque me atemorizan los vendedores y
vendedoras de esos sitios, en los que te dan unas ojotas rosadas y te
dicen que van muy bien con tus uñas encarnadas.
De todos modos aún sanos, los zapatos son cosas tristes.
¿Por qué? Porque cuando uno "estira
la pata", imagino, el pie se desnuda por última vez, lanzándolos a una
pila de zapatos, ya sin dueño, antes de empezar a pudrirse luego de
toda una existencia aprisionado.
Me quedé pensando en las motivaciones para proyectar la angustia en los zapatos y me acordé de "La suerte está echada", una película en la que un personaje de Gastón Pauls, es despedido y recibe su indemnización en especies, en zapatillas sin cajas y las tiene apiladas en el piso de su casa hasta que se da cuenta de que la imagen lo remite a las pilas de zapatos de las víctimas del genocidio (ya expliqué antes que la palabra holocausto está mal) manos de los nazis en los campos de concentración.
Mientras sigo pensando... estoy descalzo.
sábado, marzo 08, 2008
Zapatos
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Posted by Marcos at 3/08/2008 11:22:00 a. m.
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