sábado, octubre 10, 2009

Otro testamento traicionado.

A mediados de los años noventa, en mi segunda carrera universitaria inconclusa, el jefe de la cátedra de Teoría y análisis literario nos pidió que escribieramos en un papel el título de la que considerábamos la mejor novela de todos los tiempos.
Honestamente, no recuerdo que novela mencioné -hoy diría que es Moby Dick, de Melville.
Para el arrogante catedrático sólo una respuesta era posible:
Lolita, de Vladimir Nabokov.

Increíblemente, el corpus de textos de la asignatura no la incluía.
Tal vez no éramos aún dignos.
Gran parte de la asignatura, la dedicamos, sin embargo a otro libro de Nabokov, llamado Pálido Fuego.
Un extraño artefacto que no puede leerse de modo lineal. Un volumen ordenado en dos secciones: Un poema de mil versos y más de un centenar de anotaciones sobre el poema.
Algunos de mis compañeros llegaron a comprar dos ejemplares para ponerlos juntos sobre la mesa.
En ese momento aunque deslumbrado, pensé que Nabokov debió haber estado insano.
Ahora entiendo que lo que hizo fue publicar su novela, intencionalmente, sin terminar de ensamblarla para mostrar, desnuda, la estructura de su método.
Tiempo después leí Lolita pero, aún cuando me gustó, no me resultó tan espectacular como Pálido Fuego.
Hoy, mi mujer me preguntó si había leído la contratapa de Página/12.
Allí me topé con la última voluntad de Nabokov: la destrucción de su último manuscrito.
Parece que no será...

con referencia a: Página/12 :: Contratapa :: Hijo de papá (ver en Google Sidewiki)

1 comments:

Tessa García dijo...

Hola, no leí la novela, pero me encantó la película con Jeremy Irons. Siempre me acuerdo de la niña-adulta, cuando aúlla por la muerte de su madre.