En estos días vuelve a mi mente, una y otra vez ese lugar común del mundo judeocristiano del "ganarás el pan con el sudor de tu frente".
Creo que es evidente que el Estado, en sus diferentes encarnaciones le da, a regañadientes, a las personas sus cuotas, con éxito dispar, de seguridad, educación y salud. Situación que provoca indignación, frustración e incluso la muerte.
Sin embargo, aún no resolviendo las cuestiones relacionadas con cuestiones tan reales, tan tangibles como el hambre, una vez que la economía de lo fantástico ha demostrado que es un globo relleno con metano, los aparatos estatales, argumentando la necesidad de proteger a los individuos; esos que no tienen salud, ni educación o seguridad y que con su esfuerzo producen los bienes concretos que mueven la economía real, asisten al mercado.
Asisten al mercado en un gesto que replantea por completo los valores morales de la la humanidad como conjunto. Un gesto que, nos termina de confirmar que no es el sudor de la frente el que te proveerá de lo que necesitás. No. Será la codicia, la ambición desmedida. Será ese gesto que se condena siempre en los discursos pero que hoy ha sido premiado a la luz del día reconociendo que nada es tan valioso como el engaño, la falacia.
Ojalá - y "ojalá" quiere decir: Dios quiera- que Dios no exista. Lo prefiero a descubrir que, en lugar de ser una mentira que alguna vez tranquilizó a alguien, sea un mentiroso.
jueves, octubre 16, 2008
Dios no existe, o miente.
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2 comments:
Marcos, los valores que mencionás ya han sido reinterpretados. El fetichismo de la mercancía está a la orden del día en su máxima expresión, como decir que ciertas maniobras permiten que lo que ayer valía 1000 horas de trabajo, hoy vale 20... y a comerla.
El Mercado es nuestra divinidad actual.
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