domingo, agosto 23, 2009

Travesura

Hace un par de meses tuve la dicha de volver a encontrarme con varios de mis viejos compañeros de la escuela.

Uno de ellos, en particular, fue un querido amigo –no quiero usar la  palabra mejor que parece un adjetivo para calificar una marca de jabón en polvo o líquido-  que recorrió conmigo, supongo, entre el jardín de infantes, la escuela, y algunos momentos ya separados en diferentes colegios secundarios; una década, más o menos.

Luego de unos cuantos años sin vernos, la bolsa de relatos de cada uno estaba repleta de cosas que, aún no hemos tenido tiempo para intercambiar, pero algunas historias aparecieron.

Me llamó mucho la atención el relato de un pequeño placer que compartía con su esposa:

Visitar departamentos ofrecidos en alquiler para luego volver a renovar contrato con su locador habitual. Acto que, sin dudas, convertía ese recorrido en un mero paseo.

Tal vez mi amigo y su mujer, lo que hacen es recorrer como en un círculo la figura de la felicidad de Kundera, recreando una y otra vez las ilusiones del primer hogar conyugal.

No lo sé a ciencia cierta, pero, ayer, me descubrí en un gesto similar que trajo a la superficie esa narración.

En unos días comenzaré la transacción para vender mi casa y comprar una nueva. En la esperanza de que nos hará la vida mejor desembolsaremos nuestros ahorros y emprenderemos un viaje épico hacia el otro lado de la avenida –los grandes recorridos no son lo mío.

Sin embargo. Aunque nuestro nuevo hogar está elegido, ayer toqué un timbre siguiendo las instrucciones de un aviso. Un aviso que ya no era para mí. Y así me descubrí repitiendo los pasos de alguien que tan cercano primero y lejos después, ha vuelto a estar ahí.

Te imagino. Nos imagino en la extraña travesura de dos niños con bigote que, sin intención real alguna de comprar o alquilar, recorren la tarde del sábado mansiones en venta, lujosos pisos en alquiler y casas a refaccionar con un gesto en el rostro que esconde nuestra última intención.

Y así luego de jugar a los atildados inversores inmobiliarios, nos iríamos a pedirle a tu mujer o a la mía, una merienda de leche con chocolate aunque… ¿Quién sabe? Tal vez nos manden a tomar café al bar de la esquina.

2 comments:

MaxD dijo...

Travesura le decís a cuando llamás por algo que sabés que no vas a comprar, y cuando te llaman para venderte algo que nunca quisiste comprar ¿qué es?

Marcos dijo...

No lo sé, pero cuando vengas hacemos la prueba y vemos que nos dice la gente.